domingo, 30 de septiembre de 2012

TONTOS UTILES, PARA BENEFICIOS AJENOS

Primero deseo pedir disculpas, por utilizar una frase de un escritor y tertuliano de una emisora de radio, que dice: “Tontos útiles, para beneficio ajeno” y donde yo lo utilizare en plural, para dirigirme a los que respaldan al nacionalismo en Cataluña.
Es verdad que los dirigentes catalanes, son ya miembros honoríficos del club de la estupidez, pero para que estos caballeros puedan existir, necesitan de los “tontos útiles”, que les aplauden y apoyan todas sus estupideces.
Decía el cantante francés Jaques Brel: “Pongan a un lado 10 sabios y en el otro lado 12 imbéciles. Sometan algo a votación. Ganaran los imbéciles”.
Todo esto viene a cuento porque en los últimos años de gobierno de dictadura blanca (como dijo Tarradellas a la llegada de Pujol al Govern), donde han estado adoctrinando durante mas de tres generaciones, donde la ignorancia es la bandera de la imbecilidad y donde además, la sociedad ha estado aplaudiendo los gobiernos nazis y xenófobos, desde la ignorancia y desde el corazón, pero nunca desde la cabeza. Les recuerdo que en los manuales de las SS, se decía que “para lavar un cerebro, hay que dirigirse al corazón”. Pero el Sr. (¿?) Mas, no nos engañemos, ha comenzado un proceso a cara de perro que no va arreglar el problema, un problema que no existía entre la sociedad (salvo entre los tontos útiles), pero los políticos, Sr. (¿?) Más, se le paga para solucionar problemas, pero ustedes son especialistas consumados en crearlos. Le recuerdo Sr. (¿?) Mas, que si tiene agallas, puede declarar mañana a Cataluña como Estado independiente, como hizo Companys, pero le recuerdo también que como en aquella ocasión saldrá mal y que lo peor, presidente honorifico del club, los que de verdad pagaran las consecuencia, serán los ciudadanos, que como en aquella ocasión, también tenían nombres, apellidos, madre, hermanos y pagaron las imbecilidades de sus dirigentes. Ustedes reyes de la demagogia, que viven de espalda a la realidad, son  expertos en ruinas ajenas, pero que buscan constantemente a los tontos útiles, para sus beneficios particulares y partidistas.
Hace ya demasiado tiempo que vengo denunciando, que el actual modelo de Estado autonómico de la Constitución de 1978, nos ha llevado por cobardía de cada uno de los que han gobernado en España, ha tener estos 17 monstruos llamados Autonomías y que son ya una carga insostenible, para España. Esta carga es un constante toque de la UE, en los informes de las agencias de calificación y en las advertencias de los organismos europeos de control. Por el aumento desmedido de los gastos, de empresas públicas, sobre funciones y organismos que las autonomías se niegan a suprimir. El Gobierno de Rajoy, ha intentado poner las tijeras, atando en corto a las comunidades a través de la Ley de Estabilidad. Pero las administraciones han desarrollado trucos para mantener su tamaño. Se denuncio desde el Estado, que de las 600 empresas que debían de suprimir, solo se han suprimido dos y de las 166 embajadas, solo se han cerrado 26. De los ayuntamientos y los concejales, para que hablar, pues incluso los del mismo PP han encallado los intentos del gobierno en adelgazarlos. Por todo ello ahora ya no basta en adelgazar, ahora se debe de cambiar la estructura de unas autonomías enfermas, que han crecido de forma estúpida.
Llegados a esta situación y visto el camino de unas autonomías que se han creído reyes sin corona y con derecho de reclamar dicha corona, creo que es el momento de enfrentarse a la realidad y hacer los cambios de este modelo de Estado. Les recuerdo que si no se cambia, esta sociedad cansada de ser los paganinis de estos reyes sin corona, esta sociedad cansada de hacer ellos los sacrificados, sin que los que han provocado esta situación, no tengan la mínima dignidad de hacer ningún cambio estructural hacia ellos mismos. Por ello debemos escoger entre estos cambios o ver como todo se derrumba encima de nosotros.
Ahora deben saber que una Cataluña independiente, seria un estado en quiebra, por:
·        Su deuda se transformaría en 150.000 millones de Euros.
·        Se quedaría fuera del euro y debería de crear una moneda nueva, que seria devaluada en un 40%.
·        La Banca con el 70% de su negocio en España, tendría que dejar Cataluña o quebrar y las pymes perderían el 60% de sus ventas, lo cual dificultaría su viabilidad.
·        Las cotizaciones sociales no alcanzarían para pagar las pensiones y el paro. Su déficit en este apartado en Cataluña, es de 1.200 millones de Euros.
No olvidemos que esta semana un empresario como José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, anuncio que marcharía de Cataluña, en el caso de declararse independiente. Este es solo el 1º, pero ¿creen que los empresarios renunciaran a su supervivencia por las mentiras, sobre un PAIS DEL NUNCA JAMAS?
Pero al día de hoy tenemos a un irresponsable entre la espada y la pared, pues la encuesta de esta semana ha dado que CiU solo mejora 7 decimas, una fuerte caída del PSC y avances de ERC, PP e Iniciativa. Un irresponsable que acaba de frenar la consulta a corto plazo y asegura que solo convocara cuando el soberanismo tenga un apoyo indiscutible. Porque lo que realmente esta haciendo el Sr. (¿?) Mas, no es otra cosa que intentar tapar, intentar distraer, su nefasta gestión al frente del Govern de la Generalitat, su propia incapacitad para gestionar y gobernar Cataluña.
Por todo ello el pasado día 12, después de la Diada. El Sr. (¿?) Mas, se monto el numerito, pues así podía dejar de estar al frente del Govern en los próximos presupuestos de Cataluña, al anunciar una elecciones anticipadas y con clave suave y sin pronunciar nunca la palabra INDEPENDENCIA, jugar con las palabras vacías, como estado propio, soberanía, derecho a decidir y mil inventos próximos a inventar. Pero el Sr. (¿?) Mas, debería saber, que jugando con fuego, siempre tendrá detrás pirómanos, aprovechándose de sus fuegos, para causar verdaderos incendios de impredecibles consecuencias.
Por ello Sr. (¿?) Mas, mi consejo es, que mejor quedarse como presidente del club de la estupidez, que no pasar a ser un tonto útil, para beneficio ajeno.
Pero también me voy a permitir un pensamiento en voz alta: “Catalanes, dejemos de ser tontos útiles y en estas próximas elecciones, demos una lección a todos estos personajes, votando a quien defienda la unidad de España, sin mirar su color y así con una fuerte lección, con un fuerte retroceso de estos impresentables, no creo que se atrevieran desde este momento a mas deseos que gobernar y disfrutar de sus prebendas, sin mas aspiraciones estúpidas”.
Dejemos de ser los “tontos útiles, para beneficios ajenos”, para que ellos dejen de hacer el imbécil (como decía Mónica Terribas).

LAS CLAVES DEL SECESIONISMO (VI):


Les publico la sexta entrega de este interesante análisis del independentismo, para que puedan saber como se creo y como actúa. Mi total afirmación a todo lo aquí publicado.

El sector económico
Los empresarios rechazan el «ahora no toca»
El empobrecimiento de Cataluña y la incertidumbre los llama a tomar partido, pero recelan de la secesión. 
.El portazo de Rajoy al pacto fiscal ha acabado con la esperanza y los ánimos de una parte del empresariado catalán que ya había asumido esa reclamación como suya en aras de tener un marco político-económico más favorable para sus negocios industriales, financieros y de servicios. Porque si algo tienen claro es que están ahogados y sobrenadan sin ver hacia dónde los lleva la política catalana y española.
El «no» gubernamental decepcionó a un grueso importante de los patronos porque eso, además, les obligará a tomar partido. Ha llegado el momento de pensar, reflexionar y dilucidar el futuro, pero se acumulan un sinfín de incógnitas a las que la clase política no da respuesta. La semana pasada, incluso la CEOE, con el catalán Joan Rosell al frente, se vio obligada a posicionarse, cosa que hasta ese momento había eludido. Rosell aboga por reformar «seriamente» el Estado de las Autonomías, pero no sólo para Cataluña, sino para todas las regiones, y pensando no en los territorios, sino en las personas. «Tiene que haber un pacto fiscal para todas las comunidades» porque «el café para todos fue bueno en su momento, pero ahora no tenemos dinero para todo. Hemos de priorizar y recortar muchas cosas porque no tenemos tantos ingresos», manifestó.
Los empresarios catalanes le han transmitido su «muchísima inquietud, preocupación y, sobre todo, silencio», por la situación que se ha generado. Porque, como la CEOE hasta hace pocos días, muchos patronos han sorteado la marea independentista sin pronunciarse.
Sólo las grandes patronales pusieron de manifiesto que la financiación para Cataluña debe ser otra, que el territorio se está empobreciendo (como toda Europa) y con él sus negocios, uno de los principales motores para crear riqueza, y más en tiempos de crisis.
A nadie se le escapa que el tejido industrial catalán está constituido básicamente por pequeñas y medianas empresas y, de estas últimas, algunas han adquirido unas dimensiones más que aceptables para ser competitivas en el mercado global. Son las que se han venido llamando, ya en otras legislaturas convergentes, las multinacionales de bolsillo. Este entramado empresarial que goza de unos niveles de exportación, en proporción a su tamaño, envidiables por otras grandes empresas, está en manos de una generación de nuevos empresarios muy preparados. Son habitualmente miembros de la segunda y tercera generación de las sagas industriales más burguesas, que, en los últimos tiempos, hablan ya sin tapujos de la palabra independencia, tanto a favor como si la ven como una «utopía» o un «error».
«Sorprende adivinar esos planteamientos en colegas que eran poco partidarios de tomar partido en aspectos políticos», asegura un empresario que se mueve por el Cercle d'Economia. «La opción clara del empresariado siempre ha sido el pacto fiscal -asegura-, pero ahora, ante la negativa a hablar de ello, se plantea una nueva discusión entre asumir que no hay cambios, y por lo tanto se mantiene el esfuerzo fiscal en Cataluña, o bien se inicia un proceso nuevo y desconocido: el de la independencia». Aclara que «no existen posturas homogéneas entre los empresarios y sí dudas generalizadas de cómo llevar a la práctica empresarial y económica este proceso». Dudas, por ejemplo, de si el nuevo país sería viable, de cómo se va a realizar, de si se saldrá de la UE y del euro, se establecerán aranceles, qué estructuras de Estado existirán, si la presión impositiva sería más baja o tal vez aumentase... O sea, toda una hoja de ruta que se desconoce y que se atisba, como mínimo, muy compleja. Además de intentar averiguar cómo puede impactar en negocios, actividades y en mercados un hipotético choque político entre Cataluña y España. Para este ejecutivo de una gran compañía, son «dudas en torno a los tempos que deben marcarse en este proceso y la necesidad de reflexión madura a la hora de tomar decisiones».
Con anterioridad a la Diada no resultaba extraño que empresarios catalanes participaran ya con normalidad en el debate del nuevo pacto fiscal, ya que la desfavorable evolución económica de los últimos años ha contribuido a ello. Y, en ese debate, traslucía que el apoyo empresarial al presidente Mas no es unánime, pero «hay una idea que ha calado muy hondo: el trato financiero que recibe Cataluña no es el que toca». «Se estaría de acuerdo en obtener un pacto fiscal en base a un concierto económico con solidaridad neta al resto del territorio español», menciona otro de los interesados.
A esa generación de nuevos empresarios de la que hablamos, de entre 30 y 50 años como mucho, hay que sumar y contraponer a los altos directivos de multinacionales catalanas, estatales e incluso extranjeras que ven con recelo el camino que ha abierto el Govern. Además del sector financiero, al que le «aturde la idea» de la respuesta que tomarían los mercados ante una hipotética independencia. Una respuesta que no se conoce al dedillo, pero que apunta a un rechazo frontal, a tenor de las que ya están dando a la situación económica española y catalana, y a sus constantes cambios.
Nadie habla con nombre y apellidos -algo que no sorprende, es lo habitual en la prudente y sensata clase empresarial catalana- pero advierten de que no les gustaría «pasar por otro boicot, como ocurrió con la guerra del cava», por ejemplo, y evidencian que «las multinacionales no entienden de nacionalidades más allá de la suya, pero sí buscan estabilidad allí donde van».
En unos momentos en los que el dinero no fluye con despilfarro ni con la velocidad de antaño «sopesan pros y contras a la hora de invertir», añade la fuente. En paralelo, admite que los altos ejecutivos foráneos no entienden por qué en Cataluña tienen que pagar más IRPF y les fastidia que el conseller Mas-Colell les diga que el grifo para el I+D no da más de sí, o que su esperada vía de conexión a una red viaria o ferroviaria para transporte de mercancías tendrá que esperar a que lleguen mejores tiempos que, dicho sea de paso, nadie sabe cuándo será.
Éste es uno de los quids de la cuestión. Directivos, empresarios, ejecutivos liberales... todos trabajan en el día a día para que sus negocios funcionen. «Los empresarios se dedican a sus negocios y no se meten en política», decía Rosell. Pero en Cataluña, en esa gestión diaria, echan en falta muchas cosas a la vez que ven limitadas otras mientras el actual Govern les envía la consigna de que «la culpa es de España».
De ahí las esperanzas puestas en el pacto fiscal. «Veían en él una salida, más que un problema». Porque el Ejecutivo de Artur Mas defiende que un nuevo modelo de financiación resolvería las balanzas fiscales, beneficiaría los presupuestos de la Generalitat y con éstos la política fiscal, la estrategia inversora... y, en definitiva, sus efectos colaterales serían beneficiosos para el tejido industrial. La llegada de CiU al Gobierno catalán fue un alivio para los patronos que durante los siete años precedentes de reinado tripartito tuvieron la sensación de «no pintar nada», se sintieron «abandonados» y, una vez más, dejaron de lado las preocupaciones políticas y se centraron exclusivamente en la gestión de sus negocios sorteando las trabas económicas y administrativas, así como los vaivenes de la política.
Los hay que son independentistas. Es fácil encontrarlos en la Cataluña interior, pero atienden a su prioridad de negocio: el mercado es global y no sabe de política. De ahí que no vean clara una ruptura de la unidad de mercado. Tienen un punto de vista pragmático, «que pesa más que sus sentimientos», advierten desde una institución de la sociedad civil que cobija a patronos. «Vivimos una situación -añaden- en la que vale la pena repensarse lo que se decidió en el año 78, pero para mejorarlo sin renunciar a España, como se está haciendo en los landers de Alemania». «En nuestra institución, la prudencia plana en todas estas cuestiones», afirman, ya que casi todos sus miembros son partidarios de una revisión en la que también está sumida la UE «en temas de solidaridad entre regiones, en el mundo fiscal, etcétera», pero sentencian que una tendencia secesionista «no existe».
«Hay que tener en cuenta que un 60% de nuestras ventas van al resto del Estado», evidencia Joaquim Gay de Montellà, presidente de Foment del Treball. «Lo que no queremos es tener dificultades para nuestras empresas, o sea que para vender en un territorio u otro tuviéramos más problemas que una empresa de La Mancha o Extremadura», explica. Y sobre la financiación, el presidente de Pimec, Josep González, cree que si fuese más justa «permitiría gestionar mejor los recursos de todos, garantizar que se realizan las inversiones productivas que necesita nuestro país y facilitar que Cataluña y su tejido productivo siga siendo el motor económico del Estado».
«Se tienen que encontrar soluciones en la financiación de Cataluña y creo que una lectura europea ayudará», advierte Gay de Montellà, a la vez que enfatiza que todo ello debe estar en el marco de las comunidades autónomas. «Lo que queremos es que nuestras empresas tengan una buena financiación, una buena fiscalidad y que recuperemos los indicadores de bienestar y crecimiento que tuvimos hasta 2006».
En definitiva, lo que persigue el empresariado catalán es «estabilidad», no «soberanismo» y un marco de diálogo porque son necesarias «fórmulas para resistir en el presente y en el futuro» y no cerrarse puertas. Ahora, las puertas las abrirán las urnas
María Teresa Coca  Barcelona
Cercle y Carec buscan cambios
El Cercle d'Economia y el Consell Assessor per a la Reactivació Econòmica i el Creixement (Carec) dieron rápida respuesta a los planteamientos del Gobierno catalán. Hace meses la institución empresarial y el organismo consultivo creado a instancias del 'president' Artur Mas hicieron sendos informes sobre el pacto fiscal. Mientras que el Cercle -que agrupa a empresarios y ejecutivos- habla de un «indispensable proceso de ajuste y reforma del Estado de las Autonomías en España», el CAREC apela a un modelo inspirado en el concierto económico, aunque sin entrar en mucho detalle limitándose a subrayar que el cómputo de la cuota de retorno se debería calcular en base al coste real que suponen las cargas y servicios imputables que el Estado presta a Cataluña. El CAREC habla también de establecer un índice de imputación a partir de diferentes criterios como el PIB, la renta o la población. El Cercle propone un modelo de financiación singular para Cataluña, desmarcándose del concierto vasco al considerar que esta figura tiene como «defecto de origen la falta de solidaridad», según su presidente, el ex ministro 'popular' Josep Piqué. Para el Cercle, «Cataluña tiene singularidades y las puede tener también en financiación», pero siempre «con consenso y lealtad institucional». Por su parte, desde el Carec que preside el empresario Salvador Alemany, opina que el pacto fiscal debe considerar cuatro aspectos esenciales. La recaudación y gestión por parte del 'Govern' de todos los tributos con una agencia tributaria propia, la capacidad normativa plena sobre los mismos, capacidad financiera en función de las competencias asumidas por cada nivel de gobierno y un mecanismo de negociación y revisión del pacto sobre la base de una relación bilateral entre Cataluña y la Administración central.
José Domingo  (Presidente de Impulso Ciudadano)
¿Nuevos independentistas?
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, al tiempo que anunciaba la convocatoria de una consulta sobre la autodeterminación de Cataluña, señalaba que una de sus prioridades sería trabajar para conseguir «una gran mayoría social» a favor de la secesión. Empieza a recoger sus frutos. Una conocida me confesaba que su hija universitaria que hace poco se desgañitaba al grito de «Yo soy español, español, español…», el pasado 11 de septiembre clamaba por la independencia catalana. Igual de sorprendente es el hecho de que en una charla de bar, un parado de origen andaluz diga que votaría a favor de la independencia para ver si así cambiaban las cosas.
Al igual que los Mossos d'Esquadra se dirigían en castellano al Gobierno catalán (¡eso hace daño!) para expresar su malestar con las políticas de recortes, otros exteriorizan su desesperación amenazando con hacer añicos el tesoro familiar. Les han dado una moneda falsa, el discurso del expolio fiscal de Cataluña -¡ay, cuánto van a dar de sí esos 16.000 millones!- a personas que ni siquiera hacen la declaración de renta por falta de ingresos.
El separatismo ofrece el paraíso independentista al tiempo que difama todo lo que huela a español. La treta le está siendo rentable, queda exento de responsabilidades en la destrucción del tejido industrial, el incremento del desempleo o el deterioro de la sanidad pública. Estos males se presentan como irremediables pero ajenos a ellos, porque el modelo de financiación autonómica perjudica a Cataluña. Un modelo que, por cierto, ha sido aprobado con el beneplácito de los distintos gobiernos catalanes.
¿Pero esa mayoría social es estable? Gran parte de sus nuevos integrantes está en las antípodas del estereotipo nacionalista y les falta conocer las entretelas del engaño que ha urdido el secesionismo. ¿Acaso el cálculo de las balanzas fiscales es inmutable y siempre dará saldo positivo? ¿El resultado será el mismo si disminuye la recaudación, se mantiene el gasto y se financia el déficit a costa de endeudamiento del Estado? ¿Es que las pensiones son sostenibles con las cotizaciones de los trabajadores catalanes? Se sabe que no, y a ello contribuye que empresas como Spanair echen el cierre con 25 millones de euros de deuda con la Seguridad Social. ¿Crecerá El PIB catalán en caso de que lograsen ser independientes de España? Todo lo contrario, bajará en picado. Y otra duda, ¿por qué las protestas contra los peajes sólo se hacen en las autopistas de concesión estatal y nadie se enfada en las de titularidad autonómica, más caras, ni dice nada sobre la previsión de asegurar la concesión durante 25 años más?
La identificación con la nación catalana de muchos de estos que ahora estrenan traje independentista es muy débil, prefieren a David Bisbal que a Joel Joan. Su fe secesionista pasará, pero si no llegamos a tiempo y los separatistas logran su objetivo, que se preparen para llevarse una desilusión cuando descubran que el paraíso prometido no existía. No es de extrañar que Mas se quiera quitar de encima, a él que no le esperen en el primer Gobierno del Estado catalán.
José Domingo (Presidente de Impulso Ciudadano)

sábado, 29 de septiembre de 2012

LAS CLAVES DEL SECESIONISMO (V):

Les publico la quinta entrega de este interesante análisis del independentismo, para que puedan saber como se creo y como actúa. Mi total afirmación a todo lo aquí publicado.
La posición de los creadores

Por Nuria Cuadrado Barcelona 
                                                                                                                                   La cultura no aporta el matiz de grises
Pocos intelectuales descubren públicamente sus cartas y algunos denuncian una suerte de “ley del silencio”.
«¡In-de-pèn-den-cia!» y ondear de banderas. Era el 20 de septiembre, pocas horas después del no de Mariano Rajoy al pacto fiscal de Artur Mas; y, en la primera línea de tan poco espontáneo homenaje, un paso por delante de la multitud, cuatro figuras de la cultura catalana: el filósofo Xavier Rubert de Ventós, el historiador Jaume Sobrequés, el cineasta Ventura Pons y la productora Isona Passola. Cuando preguntas por qué dieron la cara ellos y no otros, la respuesta es que había más en camino, pero que no lograron abrirse paso entre la multitud. Entre ellos podrían estar, quizás, Lluís Llach, uno de los fundadores de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), organizadora de la última manifestación de la Diada, el actor Joel Joan o el escritor Jaume Cabré (Señoría o Las voces del Pamano). Pero tampoco muchos más.
«En el gremio de las letras, entre quienes escribimos en catalán, como quien más y quien menos ha padecido por escribir en una lengua minoritaria, se ha sentido como un enano contra un gigante, y la tendencia es independentista», explica Miquel de Palol (El jardín de los Siete Crepúsculos), defensor de una Cataluña independiente, «pero no de cualquier Cataluña, ni de una Cataluña liderada por mediocres. Soy consciente de que nos encontraríamos con muchos problemas, que no sería vivir en Jauja por arte de magia, que sería un proceso complicado en el que se tendrían que definir muy bien cuestiones financieras, sociales y diplomáticas».
Pero si De Palol defiende que no son sólo los escritores en catalán quienes comparten su independentismo, sino también otros que usan el castellano -incluso procedentes de Latinoamérica-, para cualquiera se hace evidente que son muchos quienes caminan en dirección contraria. Y, aunque la mayoría ahora opta por callar, quienes sí hablan lo hacen sin miedo a las consecuencias. Y, entre ellos, Félix de Azúa, quien estuvo entre los pilares de los que surgió Ciutadans. «Estoy en contra del nacionalismo catalán desde que lo reconocí como heredero directo del nacionalismo franquista», apunta De Azúa, quien sólo encuentra una razón para explicarse el auge del indepentismo: «El dinero». Explica que «una vez han convencido a una parte de la población de que los españoles les roban, ha sido fácil hacerles creer que en una Cataluña independiente nadie les va a robar y serán todos ricos. Lo cual contradice el comportamiento cleptómano de Convergència de los últimos 30 años». Y aún añade: «Cuando la gente entra en una dinámica nihilista, no hay nada que hacer. Ruina económica y nacionalismo fueron el origen del Tercer Reich».
El blanco y el negro admiten pocos matices. El gris está repleto. Y en esos grises es donde se mueven muchos, aunque pocos hablen. Uno que sí lo hace, aunque sabe que se la puede jugar, es Daniel Fernández, editor de Edhasa: «Lo peor es estar en medio», admite Fernández, que reivindica que «no es incompatible ser español y catalán», además de apuntar que la independencia es un concepto «decimonónico» en una Europa «en la que los estados deberán ceder soberanía nacional hacia arriba y hacia abajo». También busca explicación a lo ocurrido:«El sueño de la revolución pendiente se ha sustituido por el sueño de la independencia. Una ilusión colectiva que, hasta que la definan, es como un espejismo: falta saber cómo, cuándo, de qué forma, asumiendo qué parte de la deuda española, con el castellano como lengua cooficial o con el catalán como lengua propia y única...» ¿El camino a seguir? Aunque dice que «el PSOE está despistado y el PSC en los escombros», cree que «el socialismo debería ser capaz de liderar un nuevo proceso constituyente español porque ésta debería ser una época de grandes acuerdos y no de grandes desacuerdos».
Sobre cómo afectaría una hipotética independencia a la cultura catalana tampoco hay acuerdo. Mientras De Azúa apunta a que «se convertiría en una cultura como la eslovena o la croata, sólo para uso local», De Palol apuesta justo por lo contrario: «Las letras nacionales tendrían más presencia, internacionalmente y en nuestra sociedad». Pero, ¿y quiénes escriben en castellano? «Actualmente se enfrentan a un vacío legal que les deja sin acceso a las ayudas. En una Cataluña independiente deberían ser una minoría protegida, tanto por las leyes catalanas como por un Instituto Cervantes que abriría sede en Barcelona para evitar que el español perdiera presencia», imagina De Palol, que visiona una situación que no se sabe si contentaría a nombres como los de Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Ana María Matute o Enrique Vila-Matas.
Sus palabras parecen encontrar apoyo en uno de los asesores más cercanos de Artur Mas, Agustí Colomines, presidente de CatDem, el think tank de CiU, «encargados de llenar de contenido la propuesta de transición nacional», que apunta a que en una Cataluña independiente, «si tuviéramos que volver a presentar nuestra literatura en Fráncfort, podríamos acudir con nuestros escritores en las dos lenguas». Sólo entonces, apunta, una Cataluña independiente podría conceder un premio Nacional de Literatura, el que concede la Generalitat, a un escritor que creara en castellano.
Colomines, a quien algunos llaman el príncipe de las tinieblas (y parece entenderlo como un halago), sería a quien correspondería maniobrar en la sombra para modificar las estructuras de la cultura en Cataluña: muchos ven su mano no sólo en el nombramiento de Ferran Mascarell como conseller (antiguo socialista y federalista que es ahora un independentista convencido), sino también en la llegada a liderar el Instituto de las Empresas Culturales de Gorka Knörr, quien fuera cargo de los independentistas vascos de Eusko Alkartasuna. Y son Colomines, con Mascarell y Knörr, quienes más pueden hacer para que el independentismo catalán tenga una canción, una película y un libro.
El PNV posibilita a Bildu una moción independentista
Se abstiene para que salga una resolución que reclama pasos hacia la secesión.
 Un día después de que el presidente de la Generalitat planteara un órdago al Gobierno con su compromiso para convocar un referéndum sobre la autodeterminación, el PNV dio un paso para que las instituciones vascas avancen en el camino soberanista emprendido por Cataluña.
Los nacionalistas posibilitaron ayer con su abstención que las Juntas Generales de Guipúzcoa demanden pasos decididos a las instituciones vascas para la consecución de la independencia del País Vasco. Con su voto, permitieron que saliese adelante una moción presentada por Bildu que demanda a la Diputación que trabaje en la elaboración de una «hoja de rota» para lograr la autodeterminación.
El texto, aprobado con los votos de Bildu y Aralar, la abstención del PNV y el rechazo de PSE y PP, asume la soberanía vasca en aras a «hacer frente a los constantes ataques en múltiples ámbitos por parte del Gobierno del Estado». Por ello, el Parlamento guipuzcoano hace un llamamiento al Gobierno foral a «asumir el liderazgo» para la elaboración de un itinerario, «junto con los agentes», que tenga «como objetivo la independencia».
En un principio, el PNV iba a votar a favor de la proposición abertzale, tal y como adelantó su portavoz, Eider Mendoza, aunque las referencias de Bildu al primer presidente del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, durante el debate de la proposición llevó a la formación nacionalista a abstenerse finalmente.
La juntera jeltzale se mostró «ofendida» con la intervención de la portavoz de Bildu, Idoia Ormazábal, comparando al actual diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano, con Aguirre. «Aguirre era respetuoso con los derechos humanos», les espetó. Pese a estas críticas, el PNV permitió que saliese adelante el texto abertzale.
Video análisis de M. Ramírez.

Un día después de que el presidente de la Generalitat planteara un órdago al Gobierno con su compromiso para convocar un referéndum sobre la autodeterminación, el PNV dio un paso para que las instituciones vascas avancen en el camino soberanista emprendido por Cataluña.
Los nacionalistas posibilitaron ayer con su abstención que las Juntas Generales de Guipúzcoa demanden pasos decididos a las instituciones vascas para la consecución de la independencia del País Vasco. Con su voto, permitieron que saliese adelante una moción presentada por Bildu que demanda a la Diputación que trabaje en la elaboración de una «hoja de rota» para lograr la autodeterminación
El texto, aprobado con los votos de Bildu y Aralar, la abstención del PNV y el rechazo de PSE y PP, asume la soberanía vasca en aras a «hacer frente a los constantes ataques en múltiples ámbitos por parte del Gobierno del Estado». Por ello, el Parlamento guipuzcoano hace un llamamiento al Gobierno foral a «asumir el liderazgo» para la elaboración de un itinerario, «junto con los agentes», que tenga «como objetivo la independencia».
En un principio, el PNV iba a votar a favor de la proposición abertzale, tal y como adelantó su portavoz, Eider Mendoza, aunque las referencias de Bildu al primer presidente del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, durante el debate de la proposición llevó a la formación nacionalista a abstenerse finalmente.
La juntera jeltzale se mostró «ofendida» con la intervención de la portavoz de Bildu, Idoia Ormazábal, comparando al actual diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano, con Aguirre. «Aguirre era respetuoso con los derechos humanos», les espetó. Pese a estas críticas, el PNV permitió que saliese adelante el texto abertzale.

Por J. M. Alonso  San Sebastián

López: «La independencia, el peor negocio de la Historia»

La argumentación del lehendakari López contra las aspiraciones de independencia catalanas o vascas fueron contundentes. «Si alguien pide la independencia por motivos económicos, está haciendo el peor negocio de la Historia», advirtió ayer para después precisar los motivos: «¿Quiénes pagarán las pensiones?», se preguntó, «tenemos un déficit de 800 millones al año. ¿Y el AVE, casi 3.000 millones? Y el resto de las empresas ¿dónde pagará el IVA? Esto no es ninguna broma».
López utilizó cifras relativas al País Vasco pero, en realidad, respondía a una pregunta sobre las similitudes entre Ibarretxe y Artur Mas. Constató que los planteamientos de ambos son los mismos y vaticinó que su actitud lleva a la ruptura, no con España sino «de la sociedad catalana o vasca». «Algunos se suben a la ola y no saben cómo bajarse», aseguró tras mostrarse partidario de mejorar la financiación catalana sin poner en peligro al resto del Estado. Reivindicó su pertenencia a un partido «federal y federalista», pero se inclinó por un gran pacto de estabilidad impulsando la reforma del Senado y un sistema de lealtad institucional mutua que rompa la «deriva centralizadora» actual
Video análisis de M. Ramírez.
Á. E. Madrid

LAS CLAVES DEL SECESIONISMO (IV):


Altavoces mediáticos de la independencia
Por Cristina Rubio Barcelona
El Ejecutivo de Artur Mas sólo subvenciona a radios, periódicos, televisiones o incluso webs en catalán. 
Cuando CIU llegó a la Generalitat en el ocaso de 2010 y se encontró con un agujero negro de mas de 34.0000 millones de deuda, decidió iniciar una severa batería de recortes que desembocaría en soluciones tan impopulares como el cierre de ambulatorios o el despido de más de 1.000 profesores interinos. Por lo que no optó el Ejecutivo de Artur Mas fue por cortar de raíz las subvenciones a medios de comunicación y tan sólo las limitó a televisiones, radios y periódicos que fomentaran y consolidaran «el espacio catalán de comunicación». Lo que, traducido, supuso más de dos millones de euros para entramados empresariales como el Grupo Godó, editor de La Vanguardia, o Zeta, de El Periódico de Catalunya.
El Grupo Godó forma parte activa de la llamada burguesía empresarial catalana, ese lobby que tanto tiene que decir en el giro independentista que ha tomado el Gobierno catalán tras la masiva manifestación de la Diada. Se trata del primer holding de comunicación de la Historia de España, con más de un siglo de vida a sus espaldas.
Si en Cataluña se dice coloquialmente que la Caixa y el Barça tienen igual o más poder que la propia Generalitat, La Vanguardia sería su equivalente en el terreno de los medios impresos. Se trata de una cabecera afín a CiU, donde la presencia de consellers o del propio president es más que habitual entre sus páginas.
El año pasado, y en plena oleada de recortes, el Grupo Godó se benefició de una inyección extra de dinero por parte de la Generalitat (en concreto, de 715.700 euros) para la edición en catalán de su periódico, que vio la luz en mayo de 2011. Sin embargo, ésta fue sólo la punta del iceberg después de conocerse que el Ejecutivo de CiU otorgó a dedo alrededor de 5,5 millones de euros a la rotativa Cre-a Impresiones de Catalunya SL para imprimir la versión catalana de La Vanguardia. O que el Govern invirtió en Publipress Media (la primera central de ventas publicitarias de Cataluña, controlada por el Grupo Godó), una cifra que rondaría los dos millones de euros por insertar cápsulas informativas en las emisoras del holding de comunicación.
La cabecera del Grupo Godó es, además, la que reparte más ejemplares gratuitos, gracias a convenios con Renfe, Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) o bibliotecas. En total, y según los últimos datos de la Oficina de la Justificación de la Difusión (OJD), 57.209 ejemplares de los 172.813 diarios de La Vanguardia se distribuyen de forma gratuita.
También destacan las subvenciones estructurales (que se miden según el número de espectadores o lectores del medio) que se otorgaron a la televisión de Godó, 8tv, de algo más de 200.000 euros, o a sus emisoras bajo el paraguas de Rac1. En total, alrededor de ocho millones de euros para el grupo mencionado durante 2011.
Aunque no está al nivel de su competidor en los quioscos catalanes, El Periódico de Catalunya también se llevó un buen pellizco de las arcas públicas de la Generalitat. En concreto, 268.972 euros por su edición catalana y 38.648 euros por la versión digital, además de haber recibido una partida extra de 294.227 para la «integración de redacciones de El Periódico de Catalunya, mediante un gestor de contenidos global», y otros 180.000 euros por su quiosco digital propio, e-periodico.
A esta nueva lista de subvenciones ha entrado con fuerza el Ara, el periódico en catalán que llegó a los quioscos justo el día de la victoria de Artur Mas en la contienda electoral de 2010.
El rotativo nació con un pan debajo del brazo: 990.000 euros de subvención por parte del Gobierno tripartito, una de las últimas que otorgó en su mandato.
En 2011, la ayuda económica ascendió a 315.000 euros, entre el dinero que se quedó en la cabecera, el destinado a la web y el que sirvió para financiar el suplemento Ara Més. A esto hay que sumarle la aportación económica de pesos pesados de la sociedad catalana, entre los que destaca Ferran Rodés, el grupo Cultura 03, la familia Carulla o nombres mediáticos como Toni Soler, Antoni Bassas y Albert Om, hombres fuertes de TV3 y Catalunya Ràdio.
El cuarto periódico catalán en discordia es El Punt/Avui, tras fusionarse por los malos resultados económicos del segundo. El resultado: 303.000 euros de subvención, a lo que hay que sumar otros 300.000 entre ambas cabeceras.
Por Cristina Rubio Barcelona
De la pequeña pantalla al atril
Son muchos los rostros conocidos para los telespectadores catalanes que el otro día participaron de forma activa en la marcha de la Diada o se han convertido en agitadores de la causa independentista. La ex directora de TV3, Mònica Terribas (a quien CiU apartó de la dirección de la cadena hace unos meses), ejerció de presentadora en los actos del 11-S y arrancó los primeros aplausos del día al pronunciar una cita del autor Joan Sales: «Desde hace 500 años, los catalanes hemos sido unos imbéciles. ¿Se trata pues de dejar de ser catalanes? No, sino de dejar de ser imbéciles» . La encargada de cerrar los actos independentistas de la Diada también es un rostro conocido: se trata de la actriz Txe Arana, habitual en series de la cadena, que ya leyó el manifiesto contra la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al 'Estatut' el 10 de julio de 2010. Caso aparte es el de Miquel Calçada, conocido popularmente como 'Mikimoto'. Después de su exitoso paso por TV3 y Catalunya Ràdio, se ha tomado un tiempo sabático para estudiar un máster en administración pública en EEUU. Todo para prepararse de cara a su eventual salto a la política, como ya ha manifestado en más de una ocasión. «El día que seamos independientes, nos sorprenderá la buena relación que tendremos con España», aseguró en una entrevista reciente al diario 'Ara'. Otro de los ilustres es Joel Joan, que empezó su andadura como actor de telenovelas en TV3 antes de dar el salto al panorama televisivo nacional gracias a la serie 'Periodistas' y a su personaje de Willy, el fotógrafo. Ahora es el máximo exponente del independentismo y participó activamente en la Diada. «Cuando se gire tortilla, los que no sean independentistas serán traidores», llegó a decir

LAS CLAVES DEL SECESIONISMO (III):

Aquí les aporto la tercera parte de esta serie de documentos, sobre el independentismo, para que puedan opinar con fundamento. Cada uno de estos comentarios han sido publicados, por periódicos independientes, pero poco leídos en una Cataluña tan adoctrinada. Por ello mi total a poyo a estos escritos.

El germen de la revuelta. Un movimiento fraguado a pie de calle.
Por Carol Álvarez Barcelona
EL GERMEN DE LA REVUELTA / LA EXPANSIÓN DE LOS MENSAJES
Un movimiento fraguado a pie de calle
La sociedad civil presiona a los políticos con manifestaciones y actos públicos en defensa del independentismo

Una tarde de febrero, en el centro cívico Fort Pienc, en el Ensanche barcelonés. Más de un centenar de personas abarrota el salón de actos en el acto de presentación del Fort Pienc per la Independència, una asamblea territorial de la organización que meses después lograría llevar a la calle a cientos de miles de catalanes en la Diada, la Assemblea Nacional Catalana (ANC). La movilización no tiene precedentes, pero sí un arduo trabajo previo: detrás de la convocatoria se expande una activa red de entidades arraigadas en la sociedad catalana.

Fort Pienc per la Independència, sin ir más lejos, trajo a su primer acto público a un empresario del Cercle Català de Negocis que expuso la tesis del «expolio fiscal» y la asfixia de España a Cataluña con citas que se repiten como un mantra en distintos foros del movimiento independentista. «Pertenecer a España nos cuesta unos 60 millones de euros al día, 3.000 euros por catalán al año». «El expolio fiscal de seis días equivale a lo que se ahorrará el Govern con los recortes a los funcionarios». Las tesis economicistas se apuntalan en las intelectuales y se abren debates sobre las consecuencias de una secesión, de una insumisión fiscal. Se discute sobre los procesos independentistas de Quebec y de Escocia.

La ANC cuenta con asambleas territoriales, ayuntamientos por la independencia y ha desplegado hasta 25 asambleas sectoriales para penetrar en el máximo de segmentos sociales. Bombers per la Independència, Empresaris per la Independència, maestros, cantantes, hasta Agents de la Propietat Immobiliària per la Independepència, Barcelonistes per la Independència e incluso Cristians per la Independència. El promotor de la sectorial culé de la ANC anima, en una presentación que se puede consultar en la web, a trasladar «el grado de cohesión social que ha logrado el FC Barcelona» en su historia, más allá de orígenes, hablas, o ideologías, a la realidad del país en conjunto bajo la bandera que ens agermana [extracto del himno barcelonista]. Los promotores de la sectorial cristiana son más parcos, pero concretan que «es importante que el debate sobre la independencia entre en el ámbito cristiano» porque las aportaciones del cristianismo al proceso «son ricas e interesantes».
La ANC no nació ayer, ha ido modelando su estructura a partir de un primer hecho capital en la historia del independentismo catalán del siglo XXI: la consulta independentista de Arenys de Munt de 13 de septiembre de 2009. Movilizó al 40% de los vecinos de la localidad y fue promovida también por una plataforma ciudadana, aunque contó con el respaldo de ERC y de CDC. El éxito animó a estos partidos a impulsar consultas similares, que se fueron sucediendo en el tiempo bajo la batuta de políticos independentistas como Alfons López Tena, de Solidaritat Catalana, impulsor de la Plataforma Osona Decideix, o el republicano Alfred Bosch, portavoz de la Plataforma Barcelona Decideix que consiguió arrastrar a las urnas a más de 250.000 barceloneses en abril de 2011. El mismo president Mas reveló que había participado en la consulta no oficial. Es así como partidos como CDC, llevando el conflicto a la federación de CiU, y los independentistas de ERC, Solidaritat, Reagrupament y las CUP -formación con fuerte arraigo local- alientan el movimiento social que discurre en paralelo a la estrategia partidista, retroalimentándose y confundiéndose de manera que apenas se sabe con certeza quién está detrás de las iniciativas, si la sociedad civil o los partidos, y su grado de implicación.
Esa fina capa de politización de los movimientos ciudadanos la traspasa como ninguna otra la institución cultural Òmnium, eje vertebrador del catalanismo más reivindicativo y agente dinamizador esencial del descontento. Fundada en la clandestinidad en 1961, para luchar contra la Dictadura y en defensa de la lengua, cultura e identidad catalanas, no fue hasta 1967 cuando se pudo por fin constituir legalmente. Burguesía y sectores culturales influyentes de la época impulsaron la institución, que creó premios culturales y se centró en el impulso del catalán. Ya en el año 2000, instituyó la llamada Festa de la llibertat coincidiendo con la Diada.
No sólo de sus 20.000 socios vive la institución: su carácter cultural le da acceso a subvenciones, que siempre han sido jugosas. Entre los años 2004 y 2008, bajo el gobierno del tripartito, la asociación se benefició de ayudas por unos 10 millones: no sólo Cultura ha destinado partidas a la organización, sino también otros departamentos como Governació, entonces en manos de Carod-Rovira, o la misma Presidencia, que ocupaba Montilla. Los motivos, desde una campaña para la internacionalización del hecho nacional catalán que supuso el pago de 48.000 euros, hasta la promoción del catalán en Perpiñán o el Alguer, en Cerdeña. Fue en esa época también cuando la asociación se benefició de la cesión, por parte del Govern, de una herencia intestada de 660.000 euros y adquirió la sede que ocupa en el centro de Barcelona por 3,5 millones de euros. Lo más sintomático de la relación de la entidad con la Administración catalana fue el cobro de 2,7 millones por un convenio firmado con Carod.
La entidad aumentó su actividad, en consonancia con la tensión creciente entre Cataluña y España a cuenta del proceso del nuevo Estatuto impulsado por Maragall. Òmnium fue la organización que promovió la gran manifestación de rechazo a la sentencia del Constitucional que lo recortaba y que encabezó el lema Som una nació, nosaltres decidim, que obligó a la clase política a mojarse: incluso el president Montilla acudió a la marcha, aunque se sumó a la pirueta que secundó el resto de políticos de CiU, ERC, PSC e ICV que acudieron a desfilar tras una senyera, unos metros por detrás de la cabecera de Ómnium. Nuevamente, clase política y entidades sociales juntos pero en apariencia no revueltos.
Apartarse de los intereses partidistas es una obsesión para la ANC, pero difícil lo tiene. La recepción en la plaza Sant Jaume al president Más tras el fracaso de su reunión en Madrid con Rajoy para discutir sobre el pacto fiscal evidenció la frágil capa que separa una muestra de apoyo del Govern a la sociedad civil de una manipulación de las masas.

¿Para qué se necesita al nacionalismo?
La figura del enemigo es siempre una pieza esencial en el campo de juego que establece el nacionalismo para desarrollar su acción política. Como es un dogma de fe que la patria, tal como la definen aquellos que la monopolizan, nunca se equivoca, es imposible que los patriotas cometan error alguno. El culpable de los males de la patria siempre es un enemigo perverso y hostil, tenaz e incansable, cuya única voluntad es destruirla. En la identificación de este enemigo está la clave del éxito.
Si Hitler triunfó al señalar como enemigos principales a comunistas, masones y liberales, todos ellos al servicio del judaísmo internacional, fue porque en muchos alemanes estaba arraigada la idea de que, en cierta manera, en ellos residía la causa de los males de la patria. Primero con el Mein Kampf y después con Goebbels, las mentiras fueron calando.
Con machacona insistencia, los servicios de propaganda, públicos y privados, del nacionalismo catalán, han difundido durante más de 30 años que todos los males de Cataluña eran debidos a la inquina de la pérfida España. Ha sido un goteo constante por tierra, mar y aire, es decir, por prensa, radio y televisión. Cataluña es una nación, España también, los buenos catalanes son nacionalistas, los españoles también: pero el nacionalismo catalán es la víctima y el español el verdugo. Tal ha sido el planteamiento.                              Durante años, los agravios solían remontarse a mitos del pasado. Por ejemplo, se ha repetido una y mil veces que Felipe V destruyó una Cataluña libre y la convirtió en colonia de España, cuando no era para nada libre y, precisamente, fue entonces cuando empezó a ser económicamente pujante e industrializada. Pero a este victimismo nacionalista tradicional, literario y emotivo, se le ha sumado un nuevo factor: el económico. De la Historia hemos pasado a la actualidad y de los sentimientos al bolsillo: el nacionalismo catalán ya no quiere más autonomía, lo que pretende es la independencia.
Esto se ha logrado poniendo de moda una mentira. Durante los últimos años se ha repetido día a día que «España nos roba» y que Cataluña está sometida a un «expolio fiscal» sistemático desde hace 30 años. De la poesía hemos pasado a la prosa. A partir del Gobierno tripartito -ahí el independentismo comenzó su ascenso hacia la hegemonía- todas las tertulias mañaneras de los medios de comunicación catalanes han sostenido esta falsedad demagógica, esta injuria a todos los españoles, esta pedagogía del odio. Casi nadie les ha llevado la contraria y, por tanto, el argumento ha calado. « ¡Nos roban!», luego hay que separarse de ellos, tenemos que apoyar a nuestros patriotas.  ¿Quiénes son esos patriotas? No por casualidad son aquellos implicados en el expolio del Palau de la Música, en las tramas corruptas de concesionarias de ITV, en los escándalos económicos hospitalarios, en que la Generalitat haya alcanzado el récord de deuda pública y aumentado más que nadie sus impuestos, excepto el de sucesiones. Es preciso olvidar todo eso: necesitamos al nacionalismo.
Por Francesc de Carreras (catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.)
De Cataluña al mundo sin pasar por Madrid
Todo tipo de fundaciones y entidades se vuelcan en enviar sus mensajes a organismos internacionales en pro del estado propio
Una pancarta en inglés, Catalonia, next independent state in Europe, luce en uno de los edificios de la plaza de Cataluña de Barcelona a la vista de los millones de turistas que pasan por la ciudad cada año. Ondea en la fachada de la sede de la Fundación Cataluña Estado, presidida por Jaume Allcorba, que ofreció las instalaciones a los organizadores de la marcha de la Diada para que atendieran a la prensa. La entidad sostiene que «día a día gana la convicción de la opción de entendernos con la Unión Europea directamente, sin pasar por Madrid».
La Fundación Cataluña Estado comparte la planta con el partido independentista Solidaritat, y antes ocupó el local el Círculo Catalán de Negocios, que según sus estatutos busca «concienciar a los empresarios de la necesidad de que Cataluña se convierta en estado propio en los próximos años, para garantizar la futura prosperidad empresarial» catalana pero también para «sensibilizar a los empresarios en influir en las fuerzas políticas y sociales de la necesidad de crear en Cataluña un tejido empresarial que realmente favorezca el crecimiento».
Desde la organización se denuncia el «expolio fiscal» de más de 20.000 millones de euros al año, lo que equivale al 50% del presupuesto de la Generalitat catalana, según sus cálculos, o «a más de 12.000 euros por familia de cuatro miembros por año».
Si las exportaciones son el punto fuerte de la economía catalana -el mismo Artur Mas instó la semana pasada a los empresarios a reforzar su estrategia hacia el mercado exterior, tal y como está el panorama en el resto de España- la visión que tienen los otros países de la realidad catalana es básica.
Una de las organizaciones que más claro lo ha visto es la Plataforma pro Selecciones Catalanas. Más allá de los fines deportivos y de la reivindicación nacionalista, no esconde sus objetivos de calado a largo plazo: anima a aportar dinero al proyecto «porque en estos momentos de crisis económica aún es más importante la colaboración» y «con ayuda podremos conseguir nuevos reconocimientos que lleven a Cataluña por todo el mundo dando a conocer nuestro país a nivel internacional».                                                                 Tras dibujar un futuro en el que, con permiso de la FIFA, Cataluña pudiera disputar la Eurocopa o el Mundial, considera la Ley del Deporte «papel mojado». Las selecciones catalanas de dardos, fistball, fútbol australiano, korfbal, twirling o tamborí, por poner algunos ejemplos, llevan la senyera por todo el planeta en competiciones deportivas o, al menos, después de la sentencia del pasado mayo del Tribunal Constitucional, hasta que alguien decida constituir una federación española en esas disciplinas: en tal caso, la catalana no podría competir.
El Círculo Catalán de Negocios desfiló detrás de la pancarta en inglés en la marcha de la Diada junto a una veintena de organizaciones que ponen sus ojos en Europa y el mundo. Es el caso de Deumil.cat, la asociación que llevó a 9.000 catalanes a concentrarse en Bruselas en defensa del estado propio en marzo de 2009; o la Fundación Cataluña Estado; o incluso la European Partnership of Independence, una liga de entidades de territorios que reclaman la independencia y que tiene como representante catalán a Welcome Mr. President, una organización cuya portavoz es Anna Arqué, la número dos de Laporta y promotora de la Coordinadora Nacional por la Consulta.
La entidad Unescocat, que fue reconocida en 1993 como fundación con relaciones oficiales con la Unesco, también desarrolla dentro de su amplio programa internacional actividades en apoyo de la lengua y la identidad catalanas, que la llevaron el año pasado a secundar la campaña de la plataforma Somescola.cat en rechazo a la sentencia del Supremo de 2010 que obligaba a utilizar el castellano como lengua vehicular en la escuela, así como las distintas movilizaciones bajo el lema Por un país de todos, la escuela, en catalán . Lo hizo «asegurando la coordinación, la secretaría general y la función de portavoz». El presidente de Unescocat, Jordi Porta, fue a su vez presidente de Òmnium

C. Á. Barcelona

Un instituto de Badalona abrirá en el Día de la Hispanidad
Se debatirá sobre independentismo a propuesta de tres alumnos.
 Fuera de las esferas de poder, la manifestación del 11 de septiembre ha desencadenado en Cataluña una multitud de pequeños gestos que preconizan que la comunidad emprenda un camino en solitario y fuera de España. Desatada la euforia en la que el independentismo se ha instalado, y en medio del debate fogoso que ha generado la gran movilización, tres alumnos del instituto público La Llauna de Badalona pensaron que debían dar testimonio de que ellos también desean la ruptura.
Los jóvenes consideraron que el 12 de octubre, Día de la Hispanidad, sería una buena oportunidad para escenificarlo y lanzaron la idea en Internet: que los alumnos acudan al centro. La propuesta circula desde la semana pasada por las redes sociales, sin que los responsables del instituto la conocieran ni la hubiesen aprobado. En pocos días, han conseguido que un centenar de personas la suscriba y un diputado de ERC, Pere Aragonés, la ha calificado de «buena iniciativa» en Twitter.
Por su parte, el director de La Llauna, José Antonio Armario, reconoció ayer que ve con buenos ojos la propuesta y que piensa abrir las puertas el 12 de octubre. Será la primera vez que suceda en el colegio, con más de 600 jóvenes matriculados y situado en una ciudad que el PP gobierna en minoría. «La iniciativa es del alumnado, pero el equipo directivo la apoyaremos [sic]. Aun así, no lo han hecho muy bien, porque lo han difundido como si ya fuera oficial por internet y sin haberme consultado», explica el profesor.
Más allá de la anécdota, el director comparte los postulados de los tres muchachos y esta misma semana el claustro del centro se reunirá para decidir cómo se organiza la plantilla para trabajar en un día no lectivo. Armario no prevé que el Departamento de Enseñanza le contradiga, en buena parte porque la ley le ampara: «El edificio es propiedad de la Generalitat, pero abrirlo o no es potestad mía. Con un solo profesor ya podríamos abrir, es lo mismo que si acordáramos hacer actividades deportivas o ceder el espacio a una entidad».
Lo que el director da por seguro es que la asistencia será voluntaria tanto para los estudiantes como para los empleados -de lo contrario, sí se infringiría la normativa- y los maestros que opten por acudir impartirán conferencias y moderarán debates cuyo trasfondo versará sobre el independentismo, como han sugerido los jóvenes que han propagado la campaña en Facebook.
Fuera de las esferas de poder, la manifestación del 11 de septiembre ha desencadenado en Cataluña una multitud de pequeños gestos que preconizan que la comunidad emprenda un camino en solitario y fuera de España. Desatada la euforia en la que el independentismo se ha instalado, y en medio del debate fogoso que ha generado la gran movilización, tres alumnos del instituto público La Llauna de Badalona pensaron que debían dar testimonio de que ellos también desean la ruptura.
Por Jordi Ribalaygue Badalona

LAS CLAVES DEL SECESIONISMO (II):


Hoy doy paso a un artículo de Daniel G. Sastre Barcelona, publicado en un periódico de tirada nacional, donde explica las claves de esta deriva secesionista actual. Esta es la segunda entrega donde  un partido ha estado durante todos estos años en la ambigüedad y el engaño sobre su posicionamiento frente el independentismo.  Así como el objetivo constante de dañar a una España silenciosa, por el motivo simple de contentar a un nacionalismo insaciable. Doy paso a estos artículos, por estar de acuerdo en su conjunto y como apoyo de aquí se expresa.

La incógnita de Convergencia y Unió

No hay ola independentista en el 'Parlament': sólo 14 diputados representan a fuerzas explícitamente secesionistas
«En la manifestación independentista participaron cuatro partidos políticos soberanistas que globalmente suman 86 diputados en el Parlament, o sea, una mayoría absolutísima». Es una frase de Uriel Bertran, un profesional de la secesión: hoy es diputado de Solidaritat Catalana per la Independència (SI), hasta la anterior legislatura representaba en la Cámara a Esquerra. La reflexión es impactante, pero sin duda es mentira.

¿Cuántos diputados independentistas hay en el Parlament? Es una pregunta con muchas respuestas. En puridad, sólo 14 de los 135 miembros electos de la Cámara están fuera de toda duda. Son los que se presentaron a las últimas autonómicas en las listas de ERC -que, por cierto, perdió más de la mitad de escaños en esa cita- y Solidaritat, un partido aupado por los más impacientes, exasperados con el tripartito.
La gran duda está en CiU, como siempre. Y, más concretamente, en Unió, donde militan 17 de los 62 diputados de la federación. Su incombustible líder, Josep Antoni Duran Lleida, siempre se ha opuesto a la independencia de Cataluña. Parecía que tampoco había cambiado nada a la vuelta del verano, cuando, una semana antes de la Diada, Duran desdeñó la manifestación soberanista, dijo que no estaba de acuerdo con su lema -Cataluña, nuevo Estado de Europa- y anunció que no acudiría.

Pero cambió de opinión y fue, aunque le costara algunos abucheos e insultos de un independentismo que no lo reconoce como uno de los suyos. Su voz tampoco se ha levantado en las jornadas posteriores, cuando Más ha coqueteado más que nunca con la idea de la secesión. «Cuando Duran se sube al carro, es que está hecho», dice, medio en broma, un miembro de Unió crítico con su líder.

Pero está por ver qué pasa si Mas quiere dar todavía más pasos en la dirección independentista para calentar unas elecciones que se intuyen inminentes. Fuentes no oficiales del partido afirman que sólo tres de los diputados en la Cámara catalana son explícitamente independentistas: el alcalde de Vic, Josep María Vila d'Abadal -que además preside la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) y se presentó contra Duran en el último congreso del partido-, la joven Titon Lailla y el también díscolo Antoni Castellá.

En Convergència, lo que cuesta es encontrar a algún diputado explícitamente no independentista. Mas llegó al poder en el partido aupado por una generación de jóvenes cuyo principal objetivo político es la secesión de Cataluña. El retirado David Madí, Oriol Pujol, Francesc Homs, Germà Gordó... Ninguno esconde que en su modelo ideal de Estado la capital no está en Madrid, sino en Barcelona.

Esta situación se ha intensificado en los últimos años. Figuras emergentes como el nuevo secretario de Organización de CDC, Josep Rull, no sólo son independentistas, sino que dedican gran parte de su labor política al proselitismo. «Mi principal tarea es construir una mayoría social a favor de la plena soberanía», afirma Rull.

Es evidente que en el PP y en Ciutadans no hay independentistas. Tampoco en el PSC, aunque a veces el sector catalanista flirtea con la idea. Los socialistas tuvieron una nutrida representación en la Diada: Ernest Maragall, Antoni Castells, Marina Geli, Àngel Ros, Laia Bonet... El nuevo líder, Pere Navarro, parece dispuesto a castigar esas veleidades. Las elecciones serán el termómetro de todas las estrategias.
Objetivo: hacer daño a España
Después de que el Tribunal Constitucional emitiera una sentencia sobre el 'Estatut' que el catalanismo consideró una afrenta, y después del éxito de la manifestación -encabezada por el entonces 'president' José Montilla- del 10 de julio de 2010, brotaron en Cataluña como setas plataformas independentistas que buscaban explotar ese malestar en beneficio de la opción secesionista. También surgieron nuevos partidos; de ellos, sólo Solidaritat consiguió llegar al 'Parlament'. El ex presidente del Barça Joan Laporta encabezó la candidatura. Un documental que se estrena estos días explica esa experiencia. En un momento de la cinta, el entonces candidato y hoy diputado Alfons López Tena lanza en un mitin una de sus características soflamas: «Con España tendremos, hasta que llegue la independencia, sólo un objetivo: hacerle daño». ¿Es real el crecimiento del independentismo o es una sensación engañosa producto de que la minoría más 'convencida' está ahora en estado de ebullición? Desde que CiU llegó al poder tras ganar las elecciones de 2010, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO) pregunta en sus encuestas por la separación. «Si mañana se hiciera un referéndum para decidir la independencia de Cataluña, ¿usted qué haría?», es la pregunta que ese organismo ha hecho cuatro veces a los ciudadanos desde junio del año pasado. El sondeo muestra una clara progresión del 'sí', que en la última oleada (junio de 2012) cosechó un 51,1% de apoyos. El 'no' y la abstención se quedan con un 21,1% de apoyos cada uno. Pero cuando se pregunta por la estructura de país preferida, las respuestas son algo diferentes. La última encuesta del CEO es la primera en la que el Estado independiente es la opción preferida (34%). Sin embargo, sigue muy lejos de la suma de los que prefieren que Cataluña siga siendo una comunidad autónoma (25,4%) o un Estado dentro de una España federal (28,7%)
(Publicado por Daniel G. Sastre Barcelona)

domingo, 23 de septiembre de 2012

El mito de la Cataluña independiente


Las claves del secesionismo (1)

Hoy doy paso a un artículo de German Gonzales de Barcelona, publicado en un periódico de tirada nacional, donde explica las claves de esta deriva secesionista actual. Esta es una primera entrega donde  se pone de manifiesto como los poderes políticos han modelado la identidad de un pueblo. Todos estos episodios han calado durante varias generaciones en el imaginario de los ciudadanos, llegando a confundir el mito con la realidad histórica. Doy paso a estos artículos, por saber que no están manipulados y como apoyo de este manifiesto tan verdadero, como real.

A lo largo de su historia, Cataluña nunca ha sido independiente. La historiografía coincide en que el territorio catalán no obtuvo sus actuales dimensiones hasta la división por provincias de 1833. El poder político autonómico, no obstante, ha venido utilizando en las últimas décadas los acontecimientos históricos vinculados a cuatro fechas para modelar en el imaginario colectivo el mito de una nación que aspira a un Estado propio.

Lo más parecido a una independencia fue cuando en 987, tras la muerte del último rey carolingio, el conde de Barcelona, Borrell II, se fue desligando de su vasallaje con los monarcas francos, sobre todo cuando no acudieron en su ayuda en sus enfrentamientos con los árabes. Pero mientras el condado de Barcelona rompía, otros igual de catalanes como Urgell, Besalú o Cerdanya, mantuvieron el vínculo.
Pese a esto, la efemérides fue utilizada por el Govern de la Generalitat de CiU para celebrar entre 1987 y 1988 el Mil·lenari de la Independència de Catalunya, cuyo acto central contó incluso con la presencia de los reyes Juan Carlos y Sofía. Paradójicamente, centenares de independentistas protestaron por la invitación a los monarcas, lo que causó incidentes, detenidos y una campaña de atentados reivindicada por la organización terrorista Terra Lliure.
«Era una época en la que los independentistas salían a la calle siguiendo un sentimiento, no como ahora, que parece una moda pasajera», afirma el periodista e historiador Jaume Clotet, coautor del libro de ficción Lliures o morts, sobre el asedio que sufrió Barcelona en 1714.
Precisamente esta última fecha se ha convertido en el icono del nacionalismo catalán. La Guerra de Sucesión fue un conflicto entre los partidarios de Felipe V, de la dinastía borbónica, y Carlos III, de los Austrias, para ocupar el trono español. En ningún caso fue un enfrentamiento entre Cataluña y el resto de España, ya que en los dos territorios había partidarios de ambos contendientes. Felipe V juró las constituciones locales y otorgó privilegios. Las instituciones catalanas apostaron por Carlos después, ante el temor de un estado borbónico centralizado.

Tras retirar Carlos su candidatura, los catalanes no pensaron en crear un estado independiente, ya que eran soberanistas y respetaban el poder real. Y, contra lo que se afirma, Rafael de Casanovas, el conseller en cap al que se homenajea en la Diada, no murió en el asalto a Barcelona el 11 de septiembre de 1714, sino que fue herido. Después se le amnistió y continuó con su oficio de abogado.

Los Decretos de Nueva Planta, promulgados por Felipe V, están considerados como el origen de los males de Cataluña en los últimos 400 años. Se suprimieron las instituciones catalanas y se prohibió el uso del catalán en la Real Audiencia de Cataluña, el organismo que administraba e impartía justicia. El pueblo continuó hablando catalán sin que nadie lo prohibiese e incluso se usaba en los pleitos civiles, ya que seguía vigente el derecho civil propio. Además, la supresión de los aranceles internos favoreció el surgimiento de la próspera burguesía catalana.

Hace unos meses, el Ayuntamiento de Barcelona tuvo que modificar la guía editada en 2010 en inglés Welcome to Barcelona, dirigida a empresarios y profesionales llegados a la ciudad, en la que afirmaba que el 11 de septiembre se «conmemora la derrota de los catalanes ante las tropas de Felipe V, lo que provocó la pérdida de su independencia». A instancias del grupo municipal del PP, el gobierno de CiU rectificó y se volvió a publicar en abril pasado.
La Monarquía suprimió las seis universidades existentes, pero creó la Universidad de Cervera, localidad que había apoyado al Borbón. Coincidiendo con el auge del independentismo, el ayuntamiento de esta localidad, gobernada ahora por CiU, quiere limpiar su imagen y, por eso, ha lanzado una campaña en la que argumenta que, tras la guerra, falsearon en Madrid su respaldo a Felipe V para conseguir fondos para reconstruir la ciudad.

Las otras dos fechas importantes en el imaginario independentista se encuadran en la Segunda República.

El 14 de abril de 1931, después de ganar las elecciones municipales españolas, el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, Francesc Macià, proclamó la República Catalana «dentro de una federación de repúblicas ibéricas», horas antes de que en Madrid se alzase la bandera tricolor. La actitud de Macià preocupó al gobierno provisional español, que pretendía evitar sublevaciones militares. Por eso, el 17 de abril, enviaron a tres ministros a Barcelona para reconducir la situación.

El 6 de octubre de 1934, Lluís Companys, sucesor de Macià, volvió a proclamar de forma unilateral el «Estado Catalán de la República Federal Española» coincidiendo con la Revolución de Asturias y con el inicio del gobierno de la derecha en España. Hubo enfrentamientos entre grupos armados leales a la Generalitat y el Ejército, ya que el Ejecutivo declaró el Estado de Guerra. La aventura nacionalista duró unas horas, hasta que los dirigentes catalanes se rindieron. Companys fue encarcelado junto a otros cargos y se suspendió el gobierno catalán.

«Hay gente que apoya la independencia porque es lo que se lleva y desconocen la historia de Cataluña», insiste Clotet, que opina que muchos se desmovilizarán si se consiguen mejoras en la financiación.

Pero también hay quien piensa que el auge del independentismo no se reduce sólo a un asunto económico. «Hay un cambio generacional respecto a los que crecieron con la Dictadura y ahora hay mucha gente que no tiene miedo a abordar la independencia», explica Elisenda Paluzie, decana de la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona. Paluzie reconoce que la crisis ha sido «un acelerador», sobre todo porque la ciudadanía se ha dado cuenta de que Cataluña no tiene «competencias para decidir sobre los ingresos y los gastos». Publicado por German González

CDC se ampara en el «expolio fiscal» para pedir un Estado
Una campaña de una fundación nacionalista, cuestionada por expertos, utiliza la economía para justificar la ruptura

Si los episodios históricos fueron el motor de las reclamaciones independentistas, en un momento de crisis las reivindicaciones pasan a ser de tipo económico. Durante la manifestación de la Diada, se vieron pancartas con lemas como España nos roba y se lanzaron proclamas secesionistas ante el convencimiento de que los catalanes vivirían mejor en un Estado independiente.
El nacionalismo ha utilizado la economía para justificar sus aspiraciones, empezando por la reivindicación del pacto fiscal y acabando por la independencia, y lo ha hecho con todos los canales posibles: ya sea por boca de sus consellers o a través de las cuentas oficiales en las redes sociales de la Generalitat. En la de Twitter se podía leer este mensaje del Govern la semana pasada: «Cataluña paga al Estado 500 euros cada segundo en impuestos que no vuelven al país».
Una de las últimas campañas para argumentar la acusación de «expolio» que, según los nacionalistas, sufrirían los catalanes, la ha lanzado la fundación Catdem, vinculada a CDC. En concreto, ha presentado tres informes en los que analiza la viabilidad económica que tendría Cataluña en caso de ser independiente. Un estudio sobre el dinero que gestionaría la hacienda pública, contando los ingresos y las competencias que gestiona el Estado, indica que la Generalitat tendría un superávit de unos 922 millones de euros, con datos de 2009, y de 21.000 millones, con cifras de 2007.

Además, considera que Cataluña estaría por encima de la media europea del PIB per cápita. Otros informes fabulan sobre como debería ser una Agencia Tributaria catalana o el impacto «residual» de un hipotético boicot a los productos catalanes en caso de independencia.

La fundación publicó un vídeo en inglés en el que varios académicos, entre ellos el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, explican el afirmado «expolio fiscal».
Las reacciones de los expertos no se han hecho esperar. El economista del CSIC Ángel de la Fuente explicó a este diario que ese vídeo es «pura demagogia», ya que se realiza un cálculo «desequilibrado» y «con poco rigor» de la redistribución de la renta. Destacó que «no hay un expolio» hacia Cataluña, sino que, en un Estado del Bienestar, pagan más los que más tienen y su dinero revierte en quien más lo necesita, y eso se refleja en los saldos fiscales de cada región. Pese a esto, indicó que entendería una inversión en infraestructura mayor, ya que se hacen autovías o red ferroviaria en lugares que no tienen sentido, «otra cosa es que los ayuntamientos no te dejen hacer obras», comentó.
En el mismo sentido se expresó el empresario Alejandro López-Fonta, que pidió que en época de crisis se priorice la inversión finalista en Cataluña, como dar una salida más rápida a las mercancías del puerto de Barcelona, en vez de actuaciones en otras partes de España, como «los kilómetros de AVE que se han hecho» y que «pueden esperar a tiempos de mejora económica». López-Fonta también lamentó que en el siglo XXI «no haya un consenso ni una forma unitaria para calcular la cifra exacta entre lo que recauda y lo que se transfiere en Cataluña por las dos partes».
Además, recordó que «no se trata de un expolio fiscal, ya que es una situación legal que parte de un modelo de financiación concreto». El empresario también indicó que «cualquier decisión unilateral de la Generalitat sería un desastre económico y político para Cataluña, ya que nos dejaría fuera de Europa», y afirmó que «ningún gobierno debe saltarse el Estado de Derecho».

El profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona, José María Gay de Liébana, recordó que una Cataluña independiente deberá asumir «una mochila» de unos 180.000 millones de euros de deuda pública, además de financiar unas «nuevas y costosas» estructuras de Estado, «de las que no tenemos referentes sobre cual sería su precio». Incluso cree que muchas multinacionales se marcharían de Cataluña, lo que incrementaría una tasa de paro que «ya es muy alta».

«Hay que recordar que después nos hemos de mantener y encontrar quien nos financie», destacó Gay de Liébana, que indicó que la Generalitat debería asumir las pensiones que ahora paga el Estado. Por eso, es más partidario de un pacto fiscal que mejore la financiación. Publicado por German González.

PASEO POR EL AMOR Y LA METIRA. (Publicado por Antonio Robles.)
Un arrebato de fascinación colectiva se ha apoderado de la sociedad catalana desde la exhibición de banderas independentistas del último 11 de septiembre. Desde entonces, vivimos atrapados en un círculo mágico donde todo parece posible. Sus partidarios flotan eufóricos en tertulias radiofónicas organizando un Estado que no existe. El hechizo ha borrado sus diferencias. Parece como si de la noche a la mañana todos fueran independentistas, como si el proceso fuese inevitable y nada ni nadie lo pudiera detener. Sugestionados por la misma fuerza telúrica, sus detractores se han dejado llevar por la desolación, y miran de reojo la puerta de incendios.
¿Qué nos ha pasado para llegar a esta simplificación de la realidad? ¿Es real el proceso o sólo un suflé con base real, pero inflamado por un aparato de propaganda catalanista generalizado?

Han sido muchos años de disimulo, demasiadas mentiras consentidas, ninguna aptitud crítica para las propias creencias y una desconsideración para el contrario propio de sociedades sectarias. Estoy hablando del catalanismo, ese sentimiento que todo lo justifica, incluso el expolio del Palau de la Música o la evidente responsabilidad de los gobiernos de la Generalitat en la bancarrota de sus cuentas públicas.

Es inútil la relación de mentiras históricas que nos han traído hasta aquí. Cuando un grupo social está fascinado por un sueño, los argumentos racionales y los datos empíricos se tornan un fastidio, a menudo en oportunidad para revolverse contra el disidente con mayor furia. Es el caso de la Guerra de Sucesión a la Corona de España entre los partidarios del archiduque Carlos de Austria y los de Felipe V. Para el catalanismo, fue una guerra entre España y Cataluña. Como cuenta con descaro que lo fue la Guerra Civil española, a pesar de que la burguesía catalana se abrazó a la causa franquista, como antes había alentado la dictadura de Primo de Rivera.

Es el triunfo de una ideología refractaria. Nada que cuestione su verdad identitaria forma parte de ella. Sea Josep Pla o Juan Marsé, uno por díscolo con el catalanismo y el otro, por escribir en castellano. Es la historia que nos han vendido. Desde la escuela a TV3, desde clubes excursionistas a identidades deportivas, desde la iglesia a splays, desde organizaciones en defensa de la lengua a colonias escolares. El sentimiento siempre por medio y la razón arrinconada.
Estamos en ese momento mágico de todo proceso de sugestión colectiva. Es puro artificio de nuestras emociones que tiene como primer rédito la hegemonía cultural y moral. Idéntico a la euforia contagiosa en la celebración de un triunfo deportivo. Es la mayor mentira de todas, envolvernos en esteladas festivas para hacernos creer que la independencia es posible sin riesgo y un camino sin retorno a la tierra prometida donde todo será miel sobre hojuelas.