¿COMO Y CUANDO NACE LA GENERALITAT?

·         El conjunto de los tres "braços", con funciones de consejo, pero también legislativas, era conocido como "lo General de Cathalunya". Este General, con el tiempo, precisó disponer de órganos ejecutivos. Y así, en 1289 es nombrada en Montsó una "Diputació del General" para recaudar impuestos. Sesenta años más tarde, en 1359, durante la invasión de Aragón y Valencia por las tropas de Castilla, las Corts Reials nombran a doce diputados con plenas atribuciones ejecutivas en materia fiscal y para controlar la Administración, bajo la autoridad del considerado primer presidente de la Generalitat, Berenguer de Cruïlles, obispo de Girona.

·         En las Corts de Barcelona de 1364 se aprueba la emisión de deuda pública para ser administrada por la Diputació del General, es decir la Generalitat, asignándose su sede en Barcelona, en un palacio gótico de la calle de Sant Honorat, actualmente fachada oriental del Palau. Finalmente, en 1413, el rey Ferran d'Antequera, de la familia Trastamara, da a la Generalitat forma legal definitiva y la convierte en un organismo autónomo, desvinculado de las Corts Reials y con funciones para hacer observar las Constituciones de Catalunya incluso al propio rey.

·         La Generalitat se convirtió así en la más alta representación de los intereses de Catalunya, defensora de sus Constituciones y franquicias, hasta el punto de que en ocasiones llegó a ejercer posiciones oligárquicas de poder, como por ejemplo en la designación de sus componentes o en el control de las finanzas no siempre en beneficio de los administrados, lo que provocó protestas de los ciudadanos.

·         Durante la época moderna, la Generalitat chocó con el absolutismo de los Austria, pero también con la potencia del Consell de Cent de Barcelona.

·         Francesc  Macià, primer presidente y restaurador de la Generalitat moderna.

Lo publicado aquí arriba es lo que manipulan los del circo, pero ahora intentare describir la realidad de la historia y vean conque facilidad cambian ciertas realidades

En las Cortes celebradas en 1289 en Monzón, al designarse una Diputación del General, comisión temporal para recaudar el "servicio" o tributo que se concedía al rey. Este impuesto era conocido popularmente como generalidad o de las generalidades  nombre que se exportó a Francia donde se crearon las generalités o distritos fiscales.
El impuesto de las generalidades o simplemente generalidades era un conjunto de impuestos indirectos sobre el tráfico de mercancías y el consumo durante el Antiguo Régimen en la Corona de Aragón. Su alcance era teóricamente universal, estando sujetos todos los estamentos. Su nombre recuerda que eran las diputaciones de las cortes las que lo administraban.
El primer testimonio de este impuesto es de 1364, cuando las Cortes de Zaragoza lo aprueban como consecuencia de la necesidad imperiosa de Pedro IV de Aragón de dinero para sostener la guerra con Castilla (Guerra de los dos Pedros). Se preveía en un principio con carácter temporal, como un impuesto sobre las exportaciones (al 10%, luego rebajado al 5%, con excepción del azafrán). De las importaciones sólo se gravó inicialmente el vino, aunque pronto se amplió a la entrada de paños (con un gravamen de dos sueldos por libra jaquesa). Asimismo se impusieron sisas en productos de primera necesidad, lo que provocó la reacción de las ciudades y villas. La recaudación hasta 1372 ejercida de forma directa, mediante dos recaudadores y un notario nombrados por los diputados. Desde entonces el impuesto se arrendó, mayoritariamente a mercaderes aragoneses y catalanes. A partir de las Cortes de Caspe, Alcañiz y Zaragoza de ese año se consolida el impuesto y la institución que tenía como función su recaudación, la Diputación del general.
En Cataluña, seguía un sistema similar, para la financiación del funcionamiento ordinario de la Diputación del General. Como ya hemos dicho, en el territorio de lo que hoy es Cataluña, el origen de la institución era anterior (1359, cuando la Diputación se hizo permanente), pero el cambio más relevante se produjo cuando los impuestos establecidos para la recaudación del donativo al rey se convierte en una contribución permanente que la Diputación del General utiliza y administra libremente, ampliándose con el dret de bolla y segell  sobre tejidos. El resultado fue que los ingresos de las Generalidades (impuestos) terminaron superando ampliamente (cuatro veces más) a los que recibía el rey (37.000 libras jaquesas).
De ese modo, a los poderes de administración de Hacienda y gestión de la defensa se añaden los de representación política e intervención en todo tipo de asuntos concernientes al Reino y a la defensa de sus leyes propias. Con los reinados de Juan I (1387–1396) y Martin I (1396–1410) contemplan el declive de la acción de las Cortes, reunidas solo en tres ocasiones durante este periodo para tratar asuntos que por lo demás no se ocuparon de políticas importantes. De ese modo, la Diputación del General se convirtió progresivamente en el órgano eficaz de gobierno para los asuntos de Aragón y Cataluña en cuanto a política interior y exterior.
En 1693, tras la invasión de Cataluña por el ejército francés, la Diputación no pudo reunir ni siquiera un tercio de combate de 600 infantes, que quedó en menos de doscientos hombres, por lo que Carlos II pidió un esfuerzo al Brazo de Universidades, es decir, a ciudades, villas y comunidades, para completar el tercio con la aportación de un hombre armado por cada cincuenta vecinos, sin que pudiera ser llevado a cabo dado el estado de postración a que las poblaciones aragonesas habían llegado a finales del siglo XVII.
Tras disminuir la potencia de la institución, cansada ante el esfuerzo exigido por los apremios de la política de los últimos Austrias, la institución vería su fin definitivo al alinearse con la pretensión al trono del Archiduque de Austria, coronado como Carlos III en junio de 1706 en Madrid. El último día de ese mes todos los diputados proclamaban en solemne acto público a Carlos como rey de Aragón, con la única oposición de Miguel de Sada y Antillón, que huyó al Reino de Navarra, bastión de la Casa de Borbón. En 1707, el pretendiente Carlos III otorgaba a los diputados de Aragón el título de Grandes de España en par de igualdad con el que disfrutaban los del consistorio castellano, pero, tras la Batalla de Almansa de abril de 1707 el nuevo rey Felipe V declaraba «abolidos y derogados todos los referidos fueros, privilegios, prácticas y costumbres hasta aquí observadas en los referidos reinos de Aragón, Cataluña y Valencia» en los Decretos de Nueva Planta (ya explicados en este blog). La Diputación del General del Reino de Aragón se disuelve definitivamente entre el 11 de enero y el 15 de febrero de 1708.
La Generalitat como tal, (no impuestos, ni como Diputación del General) como  institución de gobierno, es el 17 de Abril de 1931, y con Francesc Macià como primer presidente de dicha institución.  
Los presidentes de la Generalitat han sido ocho y sus nombres son: Francesc Macià, Lluis Campanys, Josep Irla, Josep Tarradellas, Jordi Pujol, Pasqual Maragall, José Montilla y Artur Mas.
Si profundizamos y analizamos detenidamente lo aquí expuesto, encontraríamos otra vez que siempre el pueblo catalán se ha visto perjudicado por nuestras propias instituciones y siempre y por el ansia del poder tanto político, como económico.
Además podremos ver con la facilidad y la falta de catadura moral que tienen para manipular, cambiar y escribir la historia como les hubiera gustado que fuera. Recientemente el Presidente de las Cortes Catalanas, se permitió otorgar el titulo de 129 presidente de la Generalitat al Sr. Mas.
Ahora pretenden entroncar la Generalidad catalana, institución creada en 1931, con la Diputación del General, órgano delegado de las Cortes catalanas surgido en Cervera en 1359, cuyo primer responsable fue el obispo de Gerona Berenguer de Cruïlles,(por cierto firme defensor de la Inquisición) que sería según la nueva historia oficial nacionalista catalana el primer Presidente de la Generalidad. ¡Si monseñor levantara la cabeza seguro que volvía a morirse! Y así sucesivamente hasta Josep de Vilamala y el Decreto de Nueva Planta, que abolió las instituciones catalanas de entonces a comienzos del siglo XVIII.